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Los indomables

Argentina, año 2040. Muchas manos producen soluciones biotecnológicas, pocas personas acceden a ellas.

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Plaza de San Pedro - Ciudad del Vaticano, Roma

El cuerpo es un templo, y los templos no se pueden intervenir. Es una idea simple pero potente, con la que no contaba ningún desarrollador de biotecnología, y que puso a algunos gobiernos un paso por delante de cualquier disrupción. Pero el fenómeno se volvió imparable cuando el Vaticano rechazó las intervenciones genéticas con una exhibición pública multitudinaria. El mensaje llegó al mundo. Pronto, se sumaron países judíos y protestantes.

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Al principio, los académicos creyeron que era sólo una radicalización religiosa, pero el problema demostró ser mucho más complejo: ¿dónde comienza la profanación de uno mismo? ¿Es la salud del cuerpo contra la pureza del alma? ¿Somos lo que comemos? La pujante industria de sustitutos sintéticos de la carne, que prometía revolucionar el mercado internacional, sufrió un duro revés: el rechazo de los consumidores. Una vuelta a los productos autodenominados “naturales” es inevitable.

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Nada parece quedar indemne ante este fenómeno transcultural. Se resienten los sistemas productivos, el comercio internacional, el turismo... Más pronto que tarde, la Asamblea General de la ONU enfrenta un nuevo desafío: el Tratado de Países Bioprotegidos, a los que no es posible entrar portando modificaciones genéticas. Aunque Argentina no establece restricciones de ingreso, se ve en la obligación de instalar escáneres en sus aeropuertos para controlar la migración y el comercio.

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Norton BioSecurity Suite - GenWatch

Es un escenario polarizado, y la posición neutral de Argentina es castigada con represalias: grupos radicalizados sueltan un gas tóxico en el subte de Bs.As. El veneno está diseñado para seleccionar a sus víctimas a partir de marcadores genéticos. Mueren 15 personas biomodificadas. El gobierno finalmente restringe accesos y anuncia su adhesión al tratado, pero ya es tarde. La industria de la genética se expande por fin al negocio más rentable de estos tiempos: dispositivos personales de bioseguridad.

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La disrupción tecnológica ha encontrado un límite inesperado. Ninguna promesa de prosperidad parece hacer mella en comunidades que se cierran, se vuelven herméticas y sólo se parecen entre sí por su voluntad indomable de diferenciarse del resto..